4 febrero 2013
“La persona del profesional de la salud adquiere significación y es determinante de los resultados clínicos que se obtienen” (Rita Sharon)

Aquella mañana, a primera hora estaba citado Iván (nombre ficticio), de 35 años. Hijo único y todavía residiendo en la casa paterna, tras una relación de pareja y desengaño amoroso y con un trabajo inestable. De baja laboral hacía 5 meses, por no soportar la presión en el lugar de trabajo….con un cuadro que se ha repetido varias veces que le genera episodios de descontrol y agresividad, en ocasiones. Soy también la médico de sus padres a los que conozco y trato por sus afecciones y valoro la importancia de esta atención integral y longitudinal.

La mañana avanza y hago pasar a la persona que está citada a continuación y presente en la sala de espera. No encuentro motivo para ese retraso…”se habrá quedado dormido…qué esperar,…así funciona…”

Cuando acaba esa consulta, Iván está sentado, a la espera. Nuestras miradas se cruzan y dirijo la mía al reloj…se levanta “Sí, ya lo sé, espera, atiende”…la puerta abierta, dejo el paso libre y, según entra, vacía de un tirón toda su carga:

-“ya sabía que me ibas a decir algo, empiezo por no dormir bien cuando voy a venir y se me hace tarde…y es que me cuesta entrar aquí; ya sé cómo piensas. Como cuando me dices que mis padres no entren conmigo y me fastidia porque ellos vienen porque están preocupados y a ti te parece que solo obstaculizan y, en cambio, a mí, me viene bien”. Mientras habla, las lágrimas han aflorado a sus ojos como expresión del importante esfuerzo de dar salida a su opinión y, tal vez aún más, frente a alguien que respeta (¿le impone?), mi persona en este caso.

En mi cabeza hay un torbellino, el tsunami me ha pillado desprevenida, tenía mi discurso preparado…en otra clave.

No hago comentarios a la espera de ordenar mi mente que intenta centrarse en lo que escucha y ver de reposicionarme ante la avalancha de comentarios vertidos. Era yo la que pensaba lanzar alguna observación crítica y la estoy recibiendo… Retomo mi postura en la silla. Le invito a sentarse despacio. Inicio la impresión del parte de confirmación de baja que precisa y voy tomando tiempo y calma, procurando no perder de vista su cara, sus ojos (con tacto, que no moleste) y que lea interés en la mía.

Intento ver los hechos bajo su prisma. Por dentro crece la idea de que no he sido consciente de mis juicios de valor que he podido transmitir de forma inconsciente y que horadan la relación con el paciente. Nadie que se siente juzgado puede estar a gusto en la entrevista médico-paciente. Parece que Iván sufre y yo añado malestar a ese sufrimiento.

Mi mente trabaja, ¿cómo he llegado hasta aquí?: Mi asunción de responsabilidad en la gestión de la baja laboral…que no se alargue; mi juicio de valor previo “con este caso no hay poco que hacer” (tiro la toalla); la consulta se alargará con él…mejor que le sigan en Salud Mental…han colaborado. Poco a poco ¿lo emocional ha dejado de lado lo profesional?

No me disculpo directamente (ha habido un retraso que alterará la mañana junto al tiempo de esta consulta que se alarga más de lo esperado) pero dejo claro que no he sido consciente del malestar creado y que me parece bien que me diga lo que piensa.

En la siguiente visita, aparece más relajado, yo también parezco estarlo, pero permanezco atenta. Me explica que en el Centro de Salud Mental le indicaron recoger momentos de crisis y su resolución, el último encuentro en la consulta ha sido uno de ellos. Siente que fue capaz de hablarlo sin excederse y controlando sus palabras y gesto…Le agradezco que me lo comente, yo también aprendí/valoré distinto el caso. Me transformó en mi interior…

Vamos avanzando sobre su terapia, reconociendo las dificultades de modificar lo que más bien parece un trastorno de personalidad que precisará tiempo, al menos para estabilizarse y enfrentar sus prontos y su angustia. Abordamos el nivel farmacológico, psicoterapéutico en Salud Mental y de escucha y tiempo por mi parte. Incluyo el interés de que sus padres acudan o compartan un tiempo de consulta con él, reforzando el grupo de apoyo…en ello estamos y en ello estoy comprometida, es mi trabajo.

El episodio no ha roto, sino que ha transformado, creo yo, en línea de mejora, la afiliación paciente –profesional.

A veces, recibir un toque puede salvarnos…ayudarnos, al menos…eso me sucedió a mí con Iván.

 

Autora: M. P. Arroyo

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CUANDO EL PACIENTE OPINA.

Comentado por Candelaria Díaz Gómez

Este es el relato de una profesional de la salud que tras el encuentro con uno de sus pacientes en consulta (encuentro para ella rutinario; día de entrega de partes de confirmación de ILT ) descubre que la vivencia para su paciente es muy distinta a la suya.

Este hecho la hace reflexionar sobre su manera de actuar,( de hacer o de dejar de hacer) en consulta y se replantea qué es lo que pudo haber sucedido, que no fue capaz de ver o ser consciente, que tanta incomodidad, sufrimiento o angustia, había generado en su paciente.

Como dijo J. Rof Carballo en su libro “El Hombre a prueba”:

“Sépalo o no , el médico, por el hecho de ser médico, ya se adentra en el alma de los demás, aunque no quiera. Cuando no quiere hacerlo -porque no sabe o porque tiene miedo de hacerlo- es cuando más corre el riesgo de causar daño.”

La profesional toma consciencia de que sus juicios de valor, sus ideas preconcebidas sobre el caso han nublado la realidad misma. Tal vez tardó ver lo que tenía delante y en captar el mensaje del otro. Es la reacción explosiva-emocional de su paciente la que la devuelve a la realidad tal cual es; es entonces, cuando centrando su atención en la vivencia del otro, adopta una actitud de apertura y mayor receptividad, que le permite entrar en un espacio común, más cómodo para ambos , en el que la relación médico-paciente se da con mayor plenitud.

Por tanto, debemos plantearnos como profesionales sanitarios, como personas que tenemos en nuestras manos la toma de decisiones que repercuten en gran medida en la vida de los demás , que nuestra posición, lejos de ser arrogante, debe ser lo más cercana a la persona a la que intentamos ayudar. Para ello debemos de adquirir una actitud de apertura hacia los demás, de estar abiertos a todo lo que sucede, de mostrarnos receptivos. Prestemos Atención al momento que compartimos con el paciente, seamos conscientes de esa experiencia, vivamos con Plena Atención ese momento. Estemos PRESENTES, entendiendo esta presencia como el estado de atención plena que nos permitirá acercarnos a la realidad del que viene pidiéndonos ayuda y así poder ser más efectivos en nuestra toma de decisiones.

 

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Una doctora que también aprende de sí misma

Comentario al relato “Cuando el paciente opina”

José Ramón Vázquez Díaz

 

Escuchar historias de enfermedad y reconocer que frecuentemente no hay respuestas claras a las cuestiones que surgen en las narrativas de los pacientes, exige la valentía y la generosidad de tolerar y dar testimonio de pérdidas injustas y tragedias al azar. Weine SM. Citado por R. Charon en Jama, 2001

 

Se nos presenta el relato de una médico humana y como tal cargada de emociones, muchas de la cuales afloran cuando sus pacientes no siguen el orden adecuado de las cosas que ella establece o simplemente desea. Ese orden de las cosas tanto puede ser la puntualidad, como quien acompaña al paciente a la consulta. Pero también observamos a una médico humana y como tal sensible y reflexiva, capaz de escuchar la crítica y no sólo no revelarse ante ella, sino de hacer el esfuerzo de reinterpretar una situación inesperada e “intento ver los hechos bajo su prisma”, dice en el relato.

Ojalá todos tuviéramos esa capacidad de ir conociendo poco a poco ese complejo edificio que es uno mismo, esa compleja construcción del “self-awarenes” del que tan bien nos habla Epstein R. Esta médico está en ello y es un camino no exento de esfuerzo y que exige valentía y generosidad. Es un camino claramente difícil porque hay en él múltiples escollos que lo dificultan y que son todas esas cosas a las que el médico también debe de atender y que pugnan constantemente por lograr una prioridad en sus decisiones: el gasto, los días de IT, la demora en la agenda del día, la lista de espera, … ¡Que difícil se hace afinar nuestro instrumento, que es uno mismo, cuando suenan tantas melodías a la vez! A pesar de todo está claro que se ha reforzado el vínculo entre la médico y su paciente, y que lo ha hecho tras esta interacción. La relación de ayuda sortea una dificultad, se enriquece y avanza, amplia posibilidades. Tal vez se estén aproximando hacia ese otro marco de relación en el que sean capaces de compartir sus mentes y esto les abra nuevas posibilidades. (Epstein RM Ann Fam Med 2011)

Las decisiones médicas deben de tener en cuenta no sólo las perspectivas individuales de los pacientes, sus familias y otros miembros del equipo, sino también las nuevas perspectivas que surgen de las interacciones entre ellos. (Epstein RM, Acad Med, 1999).