17 enero 2012
Durante las fechas del 16 al 19 de octubre de 2011 se celebró en Chicago la conferencia bianual de la American Association for Communication in Healthcare (International Conference on Communication in Healthcare).

En esta ocasión, nos encontramos allí tres participantes españoles (Lucía Peralta, Lilisbeth Perestelo y yo), así como compañeros portugueses e italianos que conocemos del grupo europeo tEACH. No hay mucha participación del sur de Europa; es mucho más numerosa la presencia de anglosajones y de países del Norte. También es característico en este tipo de reuniones el que la gran mayoría de participantes estén ligados al ámbito de la Universidad, tanto en docencia como en investigación. Esto hace que el contenido del congreso sea un poco diferente a lo que sucede aquí: se dedica mucho tiempo a comunicaciones orales y posters por la gran cantidad de trabajos que se presentan; hay mucho menos tiempo dedicado a talleres prácticos. Cada día se celebra un plenario en forma de conferencia.

Hay diferencias también en cuanto a los medios técnicos. Por ejemplo, en el “kit” de inscripción, no hay papel ni bolígrafo para apuntar – y conste que eso no estaba compensado con ningún soporte informatizado. En contraste, hay comida disponible casi a todas horas, el desayuno se hace allí, la comida también y a las 5 de la tarde suelen poner más comida caliente mientras quedas con los compañeros para decidir dónde vas a cenar! El congreso se celebró en varios pabellones de un hospital típico americano, ultralujoso, realmente confortable para llevarte el ordenador y pasarte allí todo el día sin necesidad de volver al hotel.

En cuanto a contenidos, se echan en falta más talleres; predominan actividades tipo mesa o simposio, y muchísimas comunicaciones. Todas las actividades son de corta duración (1,30 h) y además son estrictos con el tiempo, por lo que si el tema está muy interesante a veces se queda un poco corto y hay poco lugar para el debate. Como ventaja, no hay lugar a que nadie acapare tiempo o que las discusiones se alarguen de más; y realmente en hora y media da tiempo a actualizar o poner al día cualquier tema. Los contenidos predominantes en esta ocasión: la comunicación y la diversidad cultural, la toma de decisiones compartidas, la enseñanza de la comunicación en pregrado.

Nos sigue pareciendo problemática la cuestión del idioma, pues se presta poca atención a los no angloparlantes. Incluso los ponentes de otras lenguas que llevan comunicaciones piden disculpas porque su inglés no es muy bueno…mientras los americanos o ingleses pocas veces se dan cuenta de que hablan muy rápido y puede ser difícil seguirles. En este sentido creo que tenemos una responsabilidad como hispanoparlantes, de intentar y proponer que se realicen actividades en castellano en futuros eventos.

Uno de los aspectos más gratificantes del congreso es el ambiente en general, muy bueno: empezando por la total accesibilidad de los ponentes – en su gran mayoría autores de gran prestigio y que están encantados de que les preguntes o pidas ayuda; el ambiente integrador – parece un contrasentido después de comentar lo del inglés, sin embargo es así, el interés por comunicarse no está mermado por lo bien o mal que hables su lengua. Como en otras ocasiones, a los participantes noveles se les identificó con pegatinas, como forma de incluir a aquellos que puedan encontrarse solos. Aunque se hablaba de un gran nº de asistentes, tuvimos la sensación de que había menos que en los últimos congresos europeos o americanos.

Dentro del congreso se lleva a cabo un programa llamado “pairing with colleagues”, una especie de tutorización por parte de un colega experto, con el que quedas durante una hora – o más tiempo si hay disponibilidad e interés- para tratar un tema docente o de investigación. En este ocasión tuvimos la suerte de compartir la sabiduría y simpatía de Frederick Platt, que nos dio unas cuantas ideas y nos regaló la última edición de su libro Field Guide to the Difficult Patient Interview.

Este año les otorgaron el premio “Engel” a Stephen Rollnick y William Miller. No fuimos testigos: un acto programado para las 8 de la mañana, sin que hubiera prevista ninguna conferencia o acto con su participación…

Por supuesto que resulta un congreso muy caro y sin descuento para los miembros de EACH. Pero la visita a Chicago realmente merece la pena, como sabréis los que hayáis estado. Es una ciudad abierta, muy animada, algo diferente a otras ciudades americanas, más ruidosa, con mucha gente por la calle…Sin embargo parece muy segura y se puede pasear tranquilamente por el centro. La gente en los establecimientos es muy amable y hay muchísimas cosas que ver y hacer. Me quedo con la imagen de la visita que hice el primer día a uno de los edificios más altos, Hancock Tower, con una vista panorámica en el último piso indescriptible; con el sonido de la ciudad, el frío del viento helado y el color verdoso del lago Michigan.

Para finalizar, en este enlace se accede al libro del congreso en el que se pueden consultar todos los abstracts:

http://www.aachonline.org/?page=ICCH2011Abstracts