Aprendiendo en consulta

(Los nombres no son reales)

 

Diego tiene 22 años, no lo conozco y viene, con su padre a primera hora, por dolor en una muñeca. Caída la víspera en las escaleras de casa, al volver de su primer día de trabajo. No veo signos claros de fractura, cabe que haya una fisura o fractura “en rodete”…Indico Rx y según resultado, a Trauma para yeso. Lo derivan desde Radiología ante la imagen evidente y vendrá al día siguiente con yeso puesto….

Pienso- me espera una consulta difícil…su primer empleo y con el índice de paro que tenemos entre la gente joven…

Al día ss…

Diego llega con su yeso, acude solo y ya sabe que debe permanecer de baja unas semanas…Cuando me dispongo a lanzar mi discurso valorando su disgusto…me pregunta “¿puedo irme de vacaciones si estoy de baja?”. Aclaro que debe ver qué pautas tiene la empresa, por nuestra parte se puede marchar pero cuidando no exponerse a situación de riesgo ni estropear el yeso…

!Qué plancha para su doctora!..no contaba con que a esa edad se ven las cosas de otra manera….

Pienso- No conviene adelantar acontecimientos. La consigna es escuchar y esperar.

(Caso de Pilar Arroyo)

 

COMENTARIO.- Desde mi punto de vista este fragmento demuestra metaconciencia, es decir, capacidad del profesional para detectar los sentimientos que fluyen en el escenario clínico y ponderar dichos sentimientos para frenarlos, transformarlos o activarlos. En concreto detectamos un cálculo de futuro, “me espera una consulta difícil”, y una transformación cuando piensa “a esa edad se ven las cosas de otra manera”. En cuanto a la sucesión de emociones podríamos trazar un “emociograma” en el que una queja levanta cierta alarma de la doctora, la cual pide una radiografía, y cuando regresa el paciente ésta hace una previsión en el sentido de que la baja romperá cierta expectativa laboral, al tratarse de su primer empleo. La doctora posiblemente piensa, “el chico querrá reincorporarse al trabajo y tendré que frenarle la expectativa”. Pero vaya, ¡resulta que el chico solo piensa en sus vacaciones! En este punto la doctora justifica al joven. También habría sido posible criticarlo: “¡vaya juventud ociosa!” ¿Por qué justificarlo y no criticarlo? Aquí influyen muchos aspectos, entre ellos los propios valores del médico. Supongamos que hubiera pensado… “pues vaya juventud, así no tiramos adelante este país”. Pero predomina un ethos mas maternal y protector: “no debo precipitarme al juzgar cómo un paciente va tomarse lo que yo considero una mala noticia”. (Francesc Borrell)

Tomás tiene 90 años diagnosticado de Demencia tipo Alzheimer moderada y antigua neoplasia de colon intervenida, no sale de casa. Desde hace algo más de un año sabemos que las paredes de su estómago están engrosadas y todo apunta a algo tumoral…Al iniciar cierto deterioro en cuanto a apetito y algias generalizadas, junto a anemia, explico a los hijos que la situación aconsejaría cuidarlo y atenderlo en cuanto a cualquier síntoma pero no hacerle pruebas que le importunen, dado que no se le operará…Me atrevo a decir: si fuera mi padre, no le incomodaría… ,y la respuesta es inmediata “pero no lo es y nosotros queremos que se haga todo lo posible para ver qué tiene y si tiene tratamiento”

La endoscopia revela un linfoma avanzado y ulcerado que ocasiona la anemia. Hematología se aviene a tratamiento conservador y se le trasfunde por tres veces, a pesar de lo cual se sigue anemizando, deja de comer sólidos y permanece en la cama.

Hematología deja claro que no ha lugar a mantener esa pauta y solicitamos apoyo al Servicio de Paliativos (también demandado por los hijos) . Visita diaria por nuestra parte y ellos como referentes (con los que consultan cualquier paso o pauta que su médico plantea…a pesar de los esfuerzos de los compañeros por situarle como referente y en relación continúa con ellos) Yo ya conozco a la familia y sé de su exigencia y tono autoritario e impositivo.

– Pienso- No me resulta agradable pero cedo por el paciente que me recibe consciente y solo desea estar tranquilo.

 En positivo, al menos han retirado el tratamiento de la demencia como comenté de principio…

 Nuestro objetivo: el paciente, reparto de tareas con la enfermera y control de síntomas.

 Pienso: según los casos la respuesta familiar y del paciente difiere y también mi papel:

 – Debo responder según mi ética con el paciente aunque me violenta la exigencia de los hijos. En otros casos, cuando la confianza que depositan es mayor, también te obliga a intentar responder más y mejor …

 (Caso- Pilar Arroyo)

COMENTARIO:

No es infrecuente que los médicos, ante dilemas o decisiones difíciles de nuestros pacientes, recibamos de ellos la pregunta de …”doctor, usted en mi caso ¿que haría? o si fuera su hijo, su padre o … ¿usted qué haría? Sin embargo la manifestación de nuestra opinión no tendrá el mismo efecto y significado si se produce como respuesta a dicha pregunta que si se produce en ausencia de la misma.

El relato nos muestra una situación en la que la pesar que médico y enfermera expresan, a través de sus distintas actuaciones, un elevado compromiso con su paciente, este compromiso, en sus planteamientos concretos (actuaciones a seguir), no se encuentra en sintonía con lo que los hijos, por lo que parece también comprometidos en el cuidado de su padre, desean para él. Además de apreciarse una discordancia de criterio, se observa una difícil relación que genera interferencias emocionales en los profesionales (probablemente también en los familiares), que se superan a base de contención y profesionalidad.

Si bien la actitud adoptada por el médico y la enfermera (contención emocional y no abandonar al paciente) parece ser suficiente para garantizar unos cuidados adecuados, cabría reflexionar sobre la posibilidad de que un reenfoque de la misma permitiera lograr una mayor sintonía entre los cuidadores formales y los familiares.

¿Habría otra forma de interpretar la actitud de los hijos que me causara menos daño?, ¿porqué desconfían de mi?… ¿desconfían realmente de mi?

Parece que los hijos no eran conscientes o no aceptaban que un final irremediable estaba próximo y albergaban esperanzas de curación o de mejoría. No estaban preparados para aceptar la proposición que la médico les hizo, utilizando un símil de índole muy personal, sacando a colación de un modo explícito sus propios valores (si fuera mi padre …) sin ser preguntada por ello.

Tal vez una actitud más contenida seguida de una información neutral a los hijos sobre el nuevo escenario “mórbil” sobrevenido, les permitiera valorar mejor los pros y los contras de las diversas opciones, pero estando dispuestos a aceptar la decisión de los hijos aunque fuera discrepante de la nuestra, lo que hubiera permitido lograr que la relación de ayuda que el médico intentaba establecer fuera mejor aceptada.

Por otro lado y aunque eso fuera así, es llamativa la rapidez de la respuesta de los familiares al comentario de la médico, posicionándose decididamente en una posición contraria, lo que hace pensar que tal vez no había una gran sintonía entre ellos.

La exigencia y el estilo comunicativo agresivo de los familiares hacia los profesionales podría ser también reflejo de nerviosismo, preocupación e interés en ayudar a su familiar, padre en este caso, y podría estar explicado por la idiosincrasia de esa propia familia (exploración familiar) o en experiencias de contactos previos con el sistema sanitario en las que una actitud desconfiada y beligerante consideran que les ayudó a resolver los problemas y a evitar males mayores, o en ambas.

(Comentario- Jose Ramón Vázquez)

Deja un comentario